Crónica 3 La caída (1956) -Yo sé lo que va a escribir con el tiempo -auguró-; estos dos meses no los podrá olvidar fácilmente. Comienzo Final de fiesta (1958) con la inquietud interior (desconozco de donde proviene) que me produce no respetar el orden cronológico de las publicaciones de un autor. Sin embargo, ya en los inicios de esta
Leer Más - Crónica 2 La casa del ángel (1954) -¿En la eternidad nos encontramos con las personas que hemos querido en la tierra? Beatriz Guido tiene treinta años cuando presenta su primera novela, y con ella gana el concurso Emecé. Cuatro años antes, Norah Lange había publicado Personas en la sala. En ambos trabajos, la protagonista es unaLeer Más
- Crónica 1 La pulsión es inevitable. Agradecida por su irrupción, me entrego a ella. Así, por ella, por ese impulso, doy inicio al viaje. El plan no se traza lentamente. Se impone con urgencia, con la intensidad que imprime la tensión interna. Es el deseo, es el goce, es el placer eminente. Es la ruta que se vislumbra fascinante y únicaLeer Más
- Me parece fascinante morir con los ojos llenos Inicio la lectura en un tiempo personal de espera, de acompañamiento más precisamente. Horas de impasse, de permanecer, gracias a la compañía de un buen café para alejar cualquier zozobra por lo que está sucediendo en algún otro piso, más allá de mi control o voluntad. Horas de confiar, porLeer Más
- Mis poemas muerden…. mis poemas son un riesgo… mis poemas están en el futuro Mi mirada desciende por las líneas que van componiendo cada poema. Sonidos, hebras, brumas, acorde para un lenguaje que se postula prefigurado ¿también una ilusión? Mi mirada ante la palabra “evanescente azul y nada” (23), inasible como el fuego. Ante elLeer Más
- Leyendo con desesperación a Vladimir Nabokov Vera Sin mi mujer nunca habría podido escribir ni una sola novela A partir del reciente viaje por la obra ficcional de Silvia Molloy, boleto de travesía que adquirí leyendo a Tununa Mercado, surgió la curiosidad por leer, en algunos casos releer, a Vladimir Nabokov. Comencé con PálidoLeer Más
- Vivir entre lenguas Siempre escribí afuera: a la intemperie Llego a su última novela publicada, en 2016. Silvia Molloy llega a esta escritura habiendo ganado tres premios importantes: la “Beca Guggenheim” en 1986, el “Premio Konex” al Ensayo Literario en 1994 y nuevamente el mismo premio en el 2014. Instalada definitivamente en losLeer Más
- Desarticulaciones Para hacer durar una relación que continua pese a la ruina, que subsiste, aunque apenas queden palabras El paso ha sido inmediato. Tal vez porque la característica ¿fragmentaria? del texto anterior me provocaba seguir leyendo. Aunque podía y los leía como una continuidad, la brevedad no demanda el mismo ritmo queLeer Más
- Varia imaginación Reproduzco este desorden costurero en su memoria. Molloy vuelve a sorprenderme al publicar este conjunto de relatos breves en 2003, historias que se organizan en cuatro secciones: Familia, Viajes, Citas y Disrupciones, en un recorrido en el que el eje central es la memoria personal, sin ningún postulado autobiográfico. ElLeer Más
- El común olvido[1] La memoria es un don decisivo, a menudo infernal Paso a la siguiente novela de Molloy, publicada en 2002, gracias a la facilidad de leerla en modo digital. Atravieso ese límite, esa “puerta” que de algún modo abrió Molloy en el final de la novela anterior, en el conjuro que he establecido previamente con Tununa. En elLeer Más