I Hay libros que se heredan, entre ellos Bomarzo. Llegó a mi biblioteca, haciéndose lugar, como podía entre Muñoz Molina y Hugo Mujica, en el pequeño (y lo lamento) espacio destinado a los otros libros de Manucho. Allí quedó por casi tres años viéndome pasar, recibiendo cada tanto una caricia
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