Casi cuarenta grados de calor, algún que otro corte de luz y mucha pereza. Difícil, además, estar cerca de la computadora, que también arde como si también acusara recibo del clima.
Por eso busco una foto tomada a fines de noviembre cuando el cielo jugó a convertirse un poco en mar o en playa.
Dejo asentado el breve registro de este día: la lectura de El jardín de vidrio, de Tatiana Tîbuleac (1978, Chisináu, Moldavia). Deslumbrante, ya más adelante, con seguridad, investigaré sobre ella para escribir luego sobre esta, su segunda novela