DELPHINE DE VIGAN – Parte 4

No y yo[1]

 

I

Lou es la protagonista de la novela que Delphine de Vigan publica en el 2007. También era el nombre utilizado por ella como seudónimo en ocasión de su primer texto. De inmediato, pienso en el que yo uso para los envíos a concursos literarios: Thaís. Me gustaría saber qué significancia tiene o tuvo Lou para de Vigan.

La nueva novela que comienzo me atrapa desde las primeras líneas y, al mismo tiempo, de algún modo, me libera de las lecturas anteriores en las que estaba tan presente la historia personal de la autora.

Lou es una niña-adolescente (14 años), introvertida y muy inteligente, esto la aleja de sus pares. Sensible observadora de la realidad, hija de un matrimonio que ha sufrido la pérdida de una hermanita, casi una bebé, pequeña  (Thaïs, la diéresis sobre la letra no logra borrar lo que provoca la coincidencia). Esta pérdida desata una grave depresión en la madre de Lou. El padre, un hombre dedicado a su esposa, trabajador,  buen proveedor de su familia, intenta establecer un vínculo afectivo con su hija.

Así en ese contexto, Lou se encuentra con No, una adolescente de 18 años en “situación de calle”, como define la sociedad hoy a las personas que se han quedado sin techo y que lo han perdido todo, etiqueta que en una novela anterior, de Vigan (no logro encontrar ahora la cita) critica como una convención que encierra una  total hipocresía.

En una reseña sobre la autora, publicada en el magazine virtual Jot Down[2], leo:

La novela supuso un gran éxito de ventas, fue llevada al cine y marca el momento en el que De Vigan decide dedicarse profesionalmente y a tiempo completo a la literatura. Las cuatro primeras novelas las había escrito por las noches, robándole horas al sueño, mientras trabajaba para una empresa de sondeos de opinión.

La reseña se inicia haciendo mención a Osez Josephine, la canción que dio origen al título de la novela Nada se opone a la noche. Quiero creer que, como yo, el autor ha escuchado el tema mientras leía la novela o escribía sobre de Vigan. Para el acápite de esa misma nota y postulando un paralelismo, toma la opinión de Gabriel Ferrater sobre Joseph Pla: “Su reticencia respecto a la intimidad fue lo que le privó de ser un gran escritor europeo”. La cita pone en relevancia una cuestión sobre la que ya he escrito en otras crónicas de de Vigan: la intimidad del escritor/a al descubierto, entremezclada, pero sin pasar desapercibida, al momento de la ficción.  Me voy sumergiendo en un terreno que aún no he explorado suficiente. Tal vez más adelante consiga dilucidarlo mejor

 

II

La pausa para dar lugar a la continuidad y llegar al fin de la novela.

 

III

Promediando la lectura, y en una de las tantas levantadas de cabeza, me asalta la idea de haber capturado el denominador común -para mí yo, la lectora- en la escritura de de Vigan. No he tenido antes esta experiencia (y doy fe de haber acompañado a varios escritores en la trayectoria de su obra) de poder precisar o vivenciar una experiencia muy personal o que me toca de cerca, a medida que voy leyendo. En Días sin hambre reconocí a una amiga que ya no está; Las gratitudes es “Ella” y así, sucesivamente en los otros relatos. Aventuro que ese es el gran logo de esta escritura que voy transitando, centrada principalmente en la descripción de quienes pueblan sus novelas. El resto, los detalles de las casas, del hospital (en el caso de Días sin hambre), o las calles de París que se transitan (no hay otro telón de fondo que el urbano en todos sus relatos), son funcionales al desarrollo de los personajes, como los distintos escenarios en una obra de teatro son necesarios, cuando lo que realmente importa es lo que está sucediendo en ellos.

“No” es la abreviación de Nolween.

Leer No al inicio de una oración y luego de un punto, requería prestar atención para no suponer lo contrario, por ej.: “No intentaba pasar desapercibida…”. Eso me hizo pensar en la adecuada elección del nombre, para una muchacha a la que todo se le ha negado, que vive en la otra cara de la luna, la cara oscura, pero no por eso menos real, como ocurre con las personas ignoradas en su marginalidad, casi invisibles para los ojos acostumbrados (¿o entrenados?) a no verlas.

Lou no es la adolescente promedio, como aparentan serlo (desde su mirada) las compañeras de escuela, con quienes se compara  envidiándoles su liviandad y seguridad frente a la vida. Lou es pequeña, poco desarrollada, pero muy inteligente, demasiado y también obsesiva (algunas descripciones de sus obsesiones se acercan a rasgos autistas).

La experiencia con No es decisiva y vital para Lou, que la  transita mientras atraviesa las crisis propias de su edad: el conflicto con su madre, la inseguridad con los pares, el primer y profundo enamoramiento. Por su parte, No está muy enferma, el abandono crónico y su dependencia con el alcohol y las pastillas sobrepasa lo que Lou puede hacer por ella. No obstante, se resiste a abandonarla o a entregarse a la derrota tan fácilmente. De Vigan consigue no solo transmitir esa angustia, sino también que la trama cobre suspenso por lo que va a suceder entre ellas y con el futuro de No.

Recorro mis notas, que tienen que ver con las marcas que me llevan a reconocer personajes de las novelas anteriores: la madre de Lou, que fluctúa desde la depresión en el inicio a una leve recuperación hacia el final, pero siempre sin lograr acortar la distancia afectiva con su hija; la protagonista, en primera voz, incomprendida y refugiada en sí misma, buscando una salida para sobrevivir.

La novela trata además sobre la violencia. No solo la social, en la denuncia de la población marginal que vive y duerme en las calles de París (como en mi ciudad), sino también sobre la violencia infantil consecuencia del abuso y del abandono. Hijos huérfanos de padres que se marchan para siempre o que, aún presentes, tampoco están. La violencia que genera la falta de afecto, de las caricias, de la ausencia, en definitiva, de amor:

Entonces pienso que la violencia también está ahí, en ese gesto imposible que va desde ella hacia mí, en ese gesto suspendido para siempre. (p.186)

 

Lou recoge a No como antes recogía “en la calle, cosas perdidas, cosas rotas, cosas abandonadas y todo…” (p.20), como las “nuevas palabras” que recorta de los periódicos para “domarlas”: «las pego en los grandes cuadernos de hojas blancas”. Lou recoge a No y y así escribe su propia historia, para reconocerse en ese abandono, para reparar lo que pronto comprenderá que, en algún punto, es irreparable.

No hay ni final feliz ni moraleja en el texto de de Vigan. Solo una tenue luz caldea las líneas de la última página  despejando un poco la profunda melancolía que ha invadido mi instante de la lectura. Tenue luz que asoma débil por detrás de espesas nubes en una mañana gris.

En el 2010, la directora  Zabou Breitman, llevó la novela al cine. 

 

[1] Delphine de Vigan, No y yo (No et moi) Ed. Anagrama, Barcelona: 2021. Edición en formato digital, enero 2021 en SCRIBD.

[2] “Y Delphine de Vigan se atrevió”, por Juanjo M. Jambrina, para Jot Down, https://www.jotdown.es/2020/10/y-delphine-de-vigan-se-atrevio/ Visto junio 2023

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