Asistir al misterio
I.-
Finaliza febrero y salgo de mi nido de empolle para caminar hacia el mar, como las pequeñas tortugas que van naciendo en los hoyos de la playa.
Me pongo en movimiento. Lentamente, con un cierto no dejarme ir del todo, aunque pronto tome carrera y me lance a la orilla desafiando la primera ola, inmensa para mi ser de recién nacida y, ya en el agua, recuerde como era nadar.
Así, en ese nuevo renacer que me acontece hacia finales de febrero, dos meses ya transcurridos de este nuevo año; el que pronto, y sin que pueda impedirlo, enseguida comenzará a madurar.
Me siento y escribo.
Espero me escuches, le digo cada tanto al amigo y mi más lector ausente, al tiempo que levanto la vista para enfrentar la tarde de Imbassaí, su mar de un azul intenso, algunas pocas nubes en el horizonte y, más allá, los recuerdos. Contengo la emoción para seguir escribiendo. Su falta es un vacío irreparable; la escritura porfía por habitarme y completar ese silencio.
Beatus Ille fue la primera novela que leí de Muñoz Molina, allá por el 2006. Transcribo mis palabras en la primera hoja del libro de la relectura que comencé en enero del 2024:
Primera sorpresa al regresar al libro. AMM lo autografió en el 2006. Recuerdo ese instante y su visita, apenas unas quince personas congregadas en la Boutique del Libro de San Isidro. La emoción de ese encuentro y mi admiración. Hoy que me propongo releerlo, recibo este regalo suyo, su dedicatoria, como si fuera la primera vez,. diciéndome: ¡aquí estoy, para que me disfrutes!
II.-
Beatus ille[1]
El acto de escribir era tan necesario e imposible como la respiración para un hombre que se ahoga. (p.347)
La novela, extensa, se divide en tres partes. La primera lleva una cita de T.S. Elliot (Mixing memory and desire); la segunda corresponde al Quijote, de Cervantes (al cabo de tantos años como ha que duermo en el silencio del olvido). En la tercera regresa el Quijote (Fuego soy apartado y espada puesta lejos). Y las citas importan en esta novela.
La leo como si se tratara de la primera vez, pero enseguida recuerdo las emociones que me produjo la historia.
Y recuerdo hoy la primera pausa de esa lectura iniciada en mi casa de Buenos Aires, ya añorando el tiempo que llegaría frente al mar, anticipando (cuando se conjuga memoria y el deseo) la calma de esta tarde cuando mis ojos se elevan de las teclas hacia el horizonte azul (cuánto te extraño profesor…). Entonces escribí en la última hoja del libro:
Soy mi tiempo
el horizonte
que refleja
la puerta
ya entreabierta.
La luz de este
mediodía
es el umbral
que se anticipa
como el sabor
de la fruta dulce
en la boca voraz.
Soy mi tiempo
soy yo
hoy, aquí,
en este día
de enero.
III.-
Quiero escaparle a la reseña. Le huyo a la crítica literaria ¿Qué más puedo aportar a todo lo ya escrito sobre Muñoz Molina, sino mi emoción como lectora? Escribir sobre que leerlo, sobre todo en esta, su primera novela publicada, es atreverse a la gran literatura.
Beatus Ille es un libro circular. El lector se trepa a la rueda giratoria para -y solo por momentos ya que, cuando la silla permite alcanzar el horizonte que proporciona la cima, el todo de esa historia que se está leyendo, es de tan solo un instante; pronto se vuelve a descender para deambular por la casa y las calles de Mágina, que casi como en un erro puede leerse con “c”. Así envuelta en la incertidumbre que proporciona la memoria y en el suspenso intentar comprender de qué trató esa noche trágica donde confluyen todos los personajes y las pasiones.
Hay riesgo de perderse, ganas de dejar la rueda y no volver a ascender; sobre todo en el ir y venir de la memoria de la primera parte. La segunda tranquiliza un poco, hasta que la tercera nos vuelve a enfrentar al desafío.
Sin embargo, y casi como si lo dijera a los lectores, el narrador le hace expresar a Jacinto Solana: “Pero esos pormenores no deben importarle a usted, que vino aquí para buscar un libro y un misterio y la biografía de un héroe”. (p. 349)
Entonces sé que no es eso lo que importa, querer saber, sino asistir al misterio; al maravilloso misterio que se produce cuando se atraviesa el umbral de un valioso libro abierto.
[1] Beatus Ille, Ed. Seix Barral, Barcelona (España): marzo 2006. Las citas corresponden a esta edición. Publicada en 1986, ganadora del Premio Ícaro.