Desarticulaciones
Para hacer durar una relación que continua pese a la ruina, que subsiste, aunque apenas queden palabras
El paso ha sido inmediato. Tal vez porque la característica ¿fragmentaria? del texto anterior me provocaba seguir leyendo. Aunque podía y los leía como una continuidad, la brevedad no demanda el mismo ritmo que implica el viaje por una novela.
Por otro lado, este acceso a sus obras, me incitan a continuar.
Estaba leyendo Desarticulaciones (2010) cuando supe de la muerte de Silvia Molloy. Ya había empezado a escribir esta crónica y la había citado unos instantes antes de recibir el llamado, aquella que empezaba con “¿Qué es estar herida, qué es morir? Repetí la cita, casi compulsivamente en cuanta red de comunicación tenía a mi alcance por esa necesidad de testimoniar mi homenaje.
Aún antes de saber de su partida, el texto me había cargado de una intensa melancolía. Me había encontrado con una mujer (que en algún momento se llama a sí misma “Molloy) que intenta retener en unas notas las visitas que le hace a una amiga muy querida, también ex–pareja, que está perdiendo la memoria.
Compartía la intensidad de la narradora, ese intento de unir lo que se va desarticulando ante sus ojos, el desarticularse de ML entre las manos, cada día un poco más. No podía dejar de pensar en T. por más que mi vínculo fuera con ella otro.
Reparo en el uso de las iniciales. Entiendo la intención pudorosa de preservar una identidad (aunque el ensayo que Molloy escribe sobre Borges en 1979, varios años antes está dedicado a quien pudiera ser la destinataria de esos textos) pero también evoqué lo escrito luego de leer el texto de Cixious, Hipersueño, como las iniciales (J.D.) concentran la intimidad amorosa.
Porque estoy ante un texto de amor, escrito con palabras justas, austeras, exentas de todo sentimentalismo o clichés.
(Es lo que intento también hacer al escribir en estos instantes).
En la entrevista que le realiza Página 12[1], Molloy expresa:
En el caso de Desarticulaciones se me impuso el fragmento para captar esos encuentros breves, esas ‘conversaciones’ entre dos personas en las que una recuerda y la otra casi no, pero en las que la comunicación –porque la hay– se da en el puro presente del lenguaje. Además, el fragmento se prestaba particularmente bien para anotar esos destellos en la memoria de quien la está perdiendo, esas irrupciones verbales sin ton ni son que funcionan como pequeñas epifanías de quien, a pesar del deterioro, ‘todavía está’.”
Rescato de la misma nota, la referencia, que establece la misma Molloy, entre su texto y el de Tamara Kamenszain, El eco de mi madre, que fueron escritos y publicados, señala, para la misma época. Será imprescindible su lectura.
Hubo además la percepción de un tono en esta escritura que me llevaba a la reciente lectura Hipersueño, que ya he mencionado. Por momentos, la narradora de Molloy se superponía con la de Cixious en el mismo denodado esfuerzo de “articular”, en el final del día, en soledad frente al papel o sobre el teclado, lo poco que se logró retener de los restos, lo poco que quedó entre las manos, para no permitir que también eso se olvide. Como “esos pedacitos de escritura” (los papeles de Derrida) “que me dicen que una vez estuvo” (Desarticulaciones, p. 25).
Para quienes quedamos luego de una partida definitiva o casi de un ser querido, como puede ser la partida de ML para la narradora, el desasosiego es nuestra propia borradura.
Ya no habrá reflejo donde observarnos, no habrá voz que nos interpele, no habrá escucha y los roces serán tan extraños porque siempre serán vividos como nuevos para el otro o se han convertido en un imposible.
Ese desconsuelo es el que atraviesa la narradora de estos fragmentos “porque todo queda en la bruma: en efecto, es como si no hablara con nadie” (p. 45).
Aún sabiendo que hubiera sido muy difícil un encuentro con Molloy, hoy me inunda frente a su ya no existencia este mismo sentimiento.
[1] “La memoria trabaja con todos los géneros literarios”, por Silvia Freire para Página 12, 16/2/2011, en
https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/4-20776-2011-02-15.html