Se va acomodando el cielo sobre el mar, el mar junto a la arena y el tajo del río serpentea para humedecer los arbustos silvestres.
Desde este otro lado, mis ojos observan, derritiéndose, calmos y pacíficos por tanta inmensidad por delante.

Se va acomodando el cielo sobre el mar, el mar junto a la arena y el tajo del río serpentea para humedecer los arbustos silvestres.
Desde este otro lado, mis ojos observan, derritiéndose, calmos y pacíficos por tanta inmensidad por delante.