GUIRNALDA CON AMORES – Adolfo Bioy Casares

(en tiempo de coronavirus)

 

¡Han abierto las librerías en la ciudad de Buenos Aires!

Enseguida pienso en mi nuevo amigo de estos días, un librero fiel al antiguo oficio que además de vendedor ha sido consejero, descubierto a través del sitio Mercado Libre. Ha estado acompañándome en este viaje con Bioy. Durante el trayecto, más de una vez, hemos conversado, de qué otra cosa si no de libros.

Por él accedo a una edición limitada de Breve Santoral, de Silvina Ocampo, un librito hermoso, ilustrado por Norah Borges. Cuando le aviso a Marcelo que ya lo tengo en casa, que la moto (querida Guadalupe que fuiste y viniste todos estos días) ya me trajo el pedido, lo hago con emoción. Tengo entre las manos, pienso, un tesoro. Marcelo me confía, con el mismo sentimiento, que guardó este libro por más de diez años. Como cuando éramos niños, pienso, y nos unía la complicidad por la figurita difícil del álbum.

Así también ha llegado a casa otro libro de Silvina: La continuación y otras páginas; y el de Noemí Ulla: Aventuras de la Imaginación. De la vida y los libros de Adolfo Bioy Casares, una publicación editada por Corregidor en 1990. Aún no le he abierto. Lo mantengo en suspenso, listo para sumarse al viaje que ya he emprendido con Bioy.[1]

Porque de eso trata también esta crónica que escribo, de una etapa más de mi viaje.

De un recorrido en el que, por fin, abrieron por fin las librerías.

Entonces caminé por las mismas calles que recorría Don Isidro en Diario de la guerra del cerdo mientras el absurdo, en este tiempo de coronavirus, como un fantasma acechaba en las veredas.

La librería original, la que solía visitar, ya no está. Pero esa circunstancia fue previa a la pandemia. En algún momento, en un ayer cercano, la emblemática La Barca fue reemplazada por una de las grandes cadenas. Por suerte el interior ha quedado intacto y por momentos puedo olvidar eso de que algunas cosas se van para siempre.

Me acerco para preguntar por Guirnalda con amores, cansada de rastrear cada texto de este volumen en internet, ya que mi librero Marcelo no lo tenía en stock.

Me acompaña en la caminata una amiga, manteniendo la modalidad de “la distancia social”. Ambas ansiamos sentarnos en algún café, cerrados por ahora, para conversar largo y tendido después de tantos días de aislamiento.

Al llegar a la librería me espera una grata sorpresa al descubrir en un estante la Obra Completa de Bioy Casares a un precio lógico (casi ridículo si lo comparo con lo que gasto luego en la verdulería) y así me voy –nos vamos, agrego, porque los brazos de mi amiga fueron indispensables– cargada y feliz con los tres volúmenes de esta edición, realizada por Daniel Martino, que abarca todas sus novelas y cuentos publicados, además de otros textos no publicados en volumen, más adendas y aclaraciones que Martino fue encontrando al cotejar la narrativa con las notas que Bioy fue volcando en sus diarios. Los tomos me permiten con mucha más facilidad, y menos esfuerzo, este ir y venir en mi trayecto; cotejar, comparar, asociar, tarea que también se aplica para otro trabajo de investigación que estoy realizando sobre las mujeres en la narrativa de Bioy Casares.

La nueva lectura que emprendo corresponde a Guirnalda con amores. Publicado en 1959, el volumen reúne varios cuentos y un collage de pensamientos, fragmentos o relatos muy breves, una despreocupada miscelánea, como señala con ironía Bioy, conformando así un conjunto de relatos que, en un primer impulso, asocié como propone el título, con una “guirnalda”, pensando en esa tira de papel o de flores que cuelgan del techo o en la pared para una fiesta.

Sin embargo, la sospecha que brota a medida que mis dedos desgastan las teclas, me condujo a buscar otro significante. Así encuentro en Wikipedia que: En los templos romanos (las guirnaldas) aparecen decorando el espacio que hay entre los cuernos de un bucráneo. Leo esa palabra por primera vez sin saber de qué trata. Sigo investigando y aprendo que es una cabeza de buey. La guirnalda que adornaba la cabeza del bucráneo en la arquitectura antigua tendría por objeto recordar las víctimas ofrecidas en sacrificio.

En Hawái, la guirnalda o lei, es un collar que se suele obsequiar a los visitantes.

Ambos significados hablan de una entrega, como sacrificio o como homenaje. ¿Será este el destino de los relatos breves o más extensos que ofrece Bioy en el libro?

No sé por dónde habrá discurrido el imaginario de Bioy para pensar en el título. Pero él mismo, en la conversación que mantiene con Noemí Ulla, me aclara las dudas:

 

Había imaginado el frente de una casa del siglo XVIII. En la parte de arriba tenía unos amores y unas guirnaldas. Cada amor es un cuento; la guirnalda, son los fragmentos. A Borges le pareció un título horrendo [..]. A mí no, pero es un título que sale de lo común dentro de los míos.[2]

 

En este volumen hay una fuerte presencia de los relatos breves. Su gusto por la escritura fragmentaria está presente en el prólogo del libro, cuando dice, citando a uno de sus autores predilectos: ¿no dijo el doctor Johnson que para ser leído en un tiempo lejano habría que escribir fragmentos?

Durante su vida, Bioy fue registrando en sus diarios pensamientos, ideas; algunos de los cuales se transformarían luego en cuentos.

Samuel Johnson, más conocido como el Dr. Johnson (1709/1784) —y así lo cita Bioy— fue poeta, ensayista, biógrafo; una de las figuras literarias más importantes de Inglaterra.

Johnson ha escrito, y lo cita Bioy: Tal vez un día el hombre, cansado de preparar, de vincular, de explicar, llegue a escribir sólo aforísticamente.

Pienso, en relación a esta «premonición» hecha hace casi trescientos años si no es este, de algún modo hoy, la práctica de lectura. ¿Qué se lee? ¿Cómo? ¿Con qué aliento?

Creo, y entiendo que emito un juicio de valor con mi opinión (que no avalo con ninguna estadística o estudio) de que ni siquiera leemos en profundidad fragmentos o relatos breves, sino que nos hemos acostumbrado a leer titulares, copetes o información destacada. Por lo tanto, menos leemos aforísticamente, ya que esa operación implicaría una lectura previa más amplia y criteriosa sobre la que emitimos un decir (que resulta en el aforismo). Nos hemos acostumbrado a leer resúmenes, sin análisis, alejándonos voluntariamente de la complejidad, para no desacomodar la posibilidad de pensar, lejos incluso del burgués gentilhombre de Molière.

Bioy cita en este volumen además a Leibnitz; su influencia como filósofo matemático, ya estuvo presente en La Invención de Morel; y a Boswell, que escribe entre otras cosas sobre la vida del doctor Johnson.

 

Guirnalda con amores se presenta como un volumen muy organizado, más allá de la caracterización miscelánea que describe Bioy. Está dividido en Libros: el Primero, Tercero, Quinto, Séptimo, Noveno y Undécimo corresponden a los relatos más extensos; los libros pares, Segundo, Cuarto, Sexto, Octavo y Décimo, son los que presentan los fragmentos o relatos breves.

Bioy anticipa en el prólogo:

…son historias de amor. El elemento sobrenatural, preponderante en mis narraciones previas, en la presente colección, apenas determina  un desenlace”.[3]

Recojo algunas líneas de los textos breves:

   …prefiero la conversación de las mujeres a la de los hombres, porque los hombres son historiadores, las mujeres filósofas… las mujeres discurren sobre la vida, sobre la muerte y sobre el amor. (“Filósofos e historiadores”, Libro segundo).

De puro lánguida, no puede amar, salvo en la acepción técnica: así vorazmente. (“Retrato de una dama2, Libro sexto).

…la vida es un juego que todos jugamos… (“Suspensiones de la incredulidad”, Libro cuarto).

… para que no se descubra que todo es un poco ridículo, la complicidad es una ley de juego en el amor (“Ley de Juego”, Libro sexto).

También señala Bioy que gran parte de los relatos de este libro han surgido de cuentos que a su vez él ha escuchado, o de situaciones cotidianas que fue registrando en sus diarios, según surge de las Notas a los textos en la Obra Completa, vol. II.

Así lo descubro en estas historias imaginando que las oigo a resguardo de una lumbre en el silencio de la noche que a veces puede resultar oscura o tan desolada como la intemperie.

 

 

[1] Nota: Finalizando el viaje puedo decir que este libro fue el más importante de todos los que me acompañaron en el camino con Bioy.

[2] Ulla Noemí, óp. cit., pág. 79

[3] ABC. “Prólogo”, Guirnalda con amoresObra completa II, óp. cit.

 

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María Claudia Otsubo