2 de enero

Volver al seno,

al abrazo

y al deshacerse,

como un mar

acariciando

la playa,

perdiéndose

en espuma.

Son un modo de recordar, casi como los rituales. Convocan, elevan, evocan

Así son las fotografías, las de papel y las otras.

Así son las palabras. Intentando guardar, para recuperar luego, aquel momento casi perdido y construir el recuerdo, la imagen que anude la memoria y el consuelo.

Desde temprano han estado llegando o han ido yendo las imágenes. Porque es el modo de tenerla presente y poder expresar que no hay olvido, solo un seguir distraídos en otras cosas.

Por eso, hoy, he dejado que no haya medida para recordarla, para permitir la emoción y la tristeza. ¿Por qué no? Hoy es su día. Y así la he dejado recorrerme, seguirme como la propia sombra, sin estremecimiento ni pesar, la he dejado habitarme.

 

Por la tarde terminé el libro de Rothfuss, y compruebo que la novela no le escapa al tono melancólico, que también tienen las de Tolkien (¿o es quizás es el humor de este día que se colado por mis ojos mientras leía, los que insisten sobre el tema?).

Llevé el libro conmigo al comenzar la lectura, con un poco de vergüenza admito; qué estúpidos son los prejuicios, y qué lamentable cuando me doy cuenta.

No dejé de leer desde la primera linea, acomodando el pesado volumen, como podía, sobre las rodillas, a veces un  almohadón o con la ayuda de la misma mesa, incluso, cuando regresaba a la posición lógica de la silla para que así descansara la espalda (porque son casi ochocientas hojas muy incómodas de sostener) atraída por esa deriva que me transportaba a un sitio lejano, y no obstante, tan próximo, algo así como al universo de los valores; con la sensación de ir encontrando en ese ir andando del camino algo que reconocía o hasta me pertenecía, como puede serlo escuchar una canción de la infancia o de la primera adolescencia.

Y aunque algunas cuestiones de la historia no me sorprendieron del todo, estaba bueno que así fuera. De eso se trata, de regresar bien regresado a lo conocido, a la magia y al misterio, al héroe y sus desventuras, a una lengua y una geografía que se iban develando de a poco para ser recorridas con placer.

Como la melodía que suena ahora del saxo, que atravesando el parque (es domingo) me acerca los acordes de All by myself, como la vida, como este día que será siempre el de ella.

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María Claudia Otsubo